La mujer del balcón
Su mirada se perdía
en la distancia, la silueta del barco se distinguía a lo lejos, como una
sombra, como una nube, que avanzaba por el quieto mar.
Su estela, que
marcaba el camino, que dejaba atrás, se iba diluyendo, con el suave movimiento
de la marea y el oleaje, que cubría la cubierta del mar.
Se encontraba de
temprano en el balcón, apenas sus hombres cubiertos por un delgado chal, pero
su cuerpo, no sentía el frío de la mañana, sólo su alma, iba sintiendo el frío
del abandono.
A medida que el barco
se alejaba, su corazón palpitaba furiosamente, como queriendo salir y volar del
pecho, en busca del encuentro de su amado,
Como retenerlo, si ni
sus palabras, ni su tristeza habían bastado.
Él le dijo, en
balbuceante tono, que volvería, que lo esperara, que el marcaría el camino de
retorno, por donde se marchaba, pero ella temía, que no regresara, porque el
oleaje y la marea, borraban la estela, que el barco dejaba.
Rodolfo Marangunic Miranda
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